En los últimos veinte años nuestras costumbres han cambiado. Una de las causas, es la aparición de nuevos dispositivos tecnológicos que nos facilitan la comunicación y diversos aspectos de la vida cotidiana. Pero, ¿pueden tener estas innovaciones repercusión en nuestra salud?
Aparentemente, sí. Según se desprende de los datos de salud y hábitos de los Millennials, (la generación de los nacidos entre 1981 y 1995). El uso masivo de las redes sociales y de dispositivos personales como smart-phones, tablets, consolas de videojuegos y ordenadores, ha dado lugar a bajos niveles de actividad física, incrementando el sedentarismo y el aislamiento personal, propiciando además un repunte de los estados depresivos. Debido a todo esto, y al consumo cercano a la adicción de determinadas sustancias nocivas, enfermedades como la hipertensión y el colesterol alto van en aumento. Otras afecciones derivadas del uso continuado de dichos dispositivos son el “síndrome de túnel carpiano” o lesiones en la muñeca y antebrazo, derivado del uso de ratón o de teléfonos inteligentes, daños auditivos propiciados por el uso de auriculares con un elevado volumen…
En la misma línea, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cuatro personas experimenta cambios en la conducta asociados a las adicciones a la tecnología.
Además, la pérdida del placer por las pequeñas actividades cotidianas debido al aislamiento social puede provocar depresión trastornos de ansiedad.
Otro factor muy importante y que debe preocuparnos, es la adicción a estas tecnologías, algunas de ellas ya se catalogan como enfermedades en el CIE-10 la nomofobia (no poder estar alejado del teléfono móvil), y otras no catalogadas pero comúnmente nombradas en medios de comunicación como la portatilitis (dolores musculares derivados de llevar el portátil) o la ciberadicción (adicción a internet).
Un informe publicado por la aseguradora Blue Cross Blue Shield advierte de las consecuencias del uso abusivo de las nuevas tecnologías, como el aumento y mayor frecuencia de las visitas, por parte de los jóvenes Millennials, a especialistas médicos, incrementándose así el gasto sanitario.
Dicho informe también compara la tase de mortalidad en individuos de 35 años de esta generación con su predecesora, la Generación X (nacidos entre 1965 y 1980. Los Millennials tienen una tasa cercana al 0.25% en hombres y un 0.12% en mujeres. Por encima de las tasas actuales de la generación X: 0.20% y 0.10% respectivamente. Esta variación, supone un 25% de aumento en la tasa de mortalidad de menores de 35 años en el caso de los hombres y un 20% para mujeres, en tan sólo una generación.
El informe sugiere que, si estos malos hábitos y patrones de salud continúan, “podrían obstaculizar la prosperidad futura de los Millenials”, afectando a la productividad y por ende a la economía en general, ya que una mala salud propicia la incapacidad de mantener y conservar un puesto de trabajo, contribuyendo en menor medida al crecimiento económico a la par que aumenta el gasto sanitario.
Con esto nos gustaría poner de manifiesto nuestra preocupación porque, si bien muchos avances tecnológicos facilitan nuestra vida cotidiana, su uso abusivo nos pueden ocasionar efectos negativos sobre nuestra salud.
Un uso moderado de las tecnologías, aprovechando los productos que sí contribuyen a mejorar nuestra calidad de vida, nos aporta un tiempo “extra” para dedicarnos a nosotros o a los que nos quieren.
Desde OK Doctor nos gustaría hacer un llamamiento a las grandes empresas que gestionan tanto plataformas virtuales como redes sociales, para que fomenten la actividad física entre sus usuarios e incentiven otras formas de hacer vida social como la clásica interacción directa compartiendo una taza de café.